Los datos, proporcionados por el Departamento de Estadísticas y Censo de ASHOGA, revelan un promedio de ocupación que en enero alcanzó el 41,8% con marcadas diferencias entre los fines de semana (incluyendo los viernes) con respecto a los días hábiles de lunes a jueves.
La información surge de considerar la totalidad de los establecimientos socios de la Institución, incluso, aquellos que han decidido no abrir sus puertas. Por otra parte, se advierte un leve y constante crecimiento en la confianza del turista al momento de elegir su estadía, que en la generalidad se ha caracterizado por una contratación sin reservas.
Volviendo a los números, se advierte que el fin de semana del 22 de enero la ocupación alcanzó su pico con el 60 por ciento, para luego descender once puntos hacia fin de mes (sábado 30). En una primera lectura se interpreta que, al tratarse fundamentalmente de un turismo de cercanía, el factor climatológico jugó en contra de los pronósticos que avizoraban un panorama más alentador.
En esta línea de lectura, es importante destacar que el regreso del turismo estudiantil, si bien aportó a elevar la estadística, es el resultante de compromisos asumidos que en situación normal tendrían que haberse cumplido durante el 2020, estimando por ello que muchos empresarios trabajaron con tarifas desactualizadas.
El otro aspecto es la rentabilidad. A los fines de justificar la puesta en marcha de la estructura edilicia y conservar las fuentes de trabajo, la mayoría de nuestros socios se vieron obligados a “adaptar” sus tarifas a la “nueva normalidad”, con ajustes muy por debajo de la inflación. La competencia desleal terminó por bajar bruscamente las pretensiones económicas, poniendo en riesgo una actividad que tiene como principal socio al Estado.
Bajo esta perspectiva, ASHOGA ha venido tomando contacto con las empresas de servicio y el propio Municipio, a los fines de evaluar acciones que permitan mitigar el impacto de la Pandemia de cara a los meses fríos.
Mientras tanto, se espera que febrero arroje números más alentadores, impulsado por el feriado largo de Carnaval que históricamente tuvo buena respuesta. En el mejor de los escenarios, un aumento de la ocupación podría impedir el derrumbe de una actividad que ya ha dejado en el camino a varias familias tradicionales de la Villa quienes, al no poder resistir la cuarentena prolongada, han decidido definitivamente cerrar sus puertas.