Ciudad Noruega-La medida se implantó en 1950 y cuando alguien se enferma de gravedad debe ser trasladado a otra ciudad, porque los cadáveres no se descomponen por el frío reinante.
Aunque la ley suene ilógica tiene un costado realista. Las temperaturas en Longyearbyen son tan bajas que impiden que los cadáveres se descompongan. Y si alguien muere por una enfermedad contagiosa, el virus puede expandirse. Una bomba de tiempo mortal.
Saben que el frío es impiadoso, con temperaturas que a veces llegan a los 46° bajo cero y en verano la máxima es de 18°. Por eso nada de muerte en el lugar, con un cementerio que está vacío desde 1968 y con una ley que no sólo obliga a los enfermos graves a marcharse. También lo deben hacer las embarazadas al séptimo mes para dar a luz en otras ciudades de Noruega.
Cuando alguien enferma gravemente en Longyearbyen, es trasladado a la Noruega continental. La ley noruega permite a los familiares de los fallecidos cremar los cuerpos y esparcir las cenizasen los alrededores de Longyearbyen, pero casi nadie lo hace.
En 1998, un equipo de investigadores noruego exhumó varios cuerpos de marineros y encontró en ellos cepas de la célebre gripe española de 1918, una pandemia que diezmó Europa. Por eso, nada de muertos en Longyearbyen. No sea cosa que se desate otra epidemia como aquella.
En Longyearbyen, durante cuatro meses no es de día. Hay que tener cuidado, el pueblo tiene 2.000 habitantes y los osos polares son varios miles más. Por eso, sus habitantes están autorizados a portar rifles si salen de los límites de la ciudad.
La ley de 1950, que obliga a emigrar para no morir allí, ya dejó de ser una anécdota y los habitantes del lugar lo toman con naturalidad.
Raro lugar el de estas islas noruegas descubiertas por el holandés Willem Barents en 1596. La vida es tranquila, pero se les impide una norma elemental a cualquier ser humano: morir.
Fuente: Clarin.com